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Siglo
XVIII
Hasta
el siglo XVII los aportes de Copérnico,
Galileo, Kepler
y Newton,
además de los descubrimientos de nuevas tierras, la creación de instrumentos
de medición como el octante,
la brújula
y el sextante,
no dejaban nada de la forma del mundo por conocer. Sólo quedaba lograr
la exactitud de las medidas terrestres, lo que sería trabajo para los
topógrafos y las academias.
En 1666, se crea la Real Academia de Ciencias de París, en la cual astrónomos,
cartógrafos y matemáticos europeos realizaron estudios para mejorar las
técnicas de la cartografía, dentro de las cuales está el perfeccionamiento
del cálculo de la longitud terrestre y la exacta medición del arco de
la circunferencia de la Tierra, este último adelanto de índole geodésica,
impulsaría el avance de la cartografía del siglo XVIII.
Es así como nace una cartografía más científica, olvidando el sistema
de coordenadas de Ptolomeo, además dejando de lado los adornos y coloridos
fuertes presentes desde la cartografía medieval hasta la del siglo XVII,
destacándose una cartografía más sobria y austera, lo que implica una
reforma de ésta, encabezada por las academias francesa e inglesa, debido
a la gran demanda cartográfica generada por estos países colonialistas.
La reforma cartográfica puso de manifiesto los errores de los antiguos
mapas, implicando su revisión y reconfección, basada en métodos más modernos
y más exactos. Fue Cassini
y tres de sus generaciones los grandes precursores de esta nueva cartográfica,
contribuyendo con los levantamientos topográficos y creación de mapas
de toda Francia.
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